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De un poeta peruano: José Watanabe (Laredo 1945 – Lima 2007)

1 julio, 2025

Hace pocos días en la Feria del libro de Madrid encontré la agradable sorpresa de la séptima reimpresión de la Poesía completa de José Watanabe (Pre-Textos, Valencia 2025, 456 páginas), poeta peruano de padre japonés y madre peruana. Se ha calificado como poeta de la corporeidad y también del refrenamiento.

Escribió para su hija lo siguiente:

Creo que el refrenamiento, la contención, es el aspecto que más aprecié de mi padre, el que más me impresionaba. Mis hermanos y yo terminamos por controlar nuestras expansiones ante él. Nunca nos lo pidió, pero de alguna manera supimos que él siempre esperaba de nosotros un comportamiento más discreto, más recogido de maneras. Era una forma de represión, sí, pero no castrante, sino para estar más cerca del orden natural. La naturaleza, aún cuando es violenta, no hace aspavientos. Cuando somos aspaventosos estamos haciendo comentarios agregados e innecesarios a nuestros actos, que son naturales, todos.

Fuente: Francisco Laborde en Pequeños Universos

Sobre él han escrito otros más cualificados que yo y creo que su formulación poética de las cosas más naturales de la vida es una de esas características de su creación que lo hacen más cercano. En mi caso hay un poema en el que versifica sus sensaciones en el barco que le trae de regreso al Perú, publicado en la edición citada (pp. 218-219).

El porqué de haberme animado a traer aquí este poema tiene que ver con que más de treinta años antes yo experimenté algo parecido, no en un regreso al Perú como el poeta, sino en mi despedida en 1966 por la misma ruta en el buque Donizzeti. René, hermano, tú también te acordarás de aquella travesía, en medio de la cual el 28 de julio diste el tono de partida para el Himno del Perú que cantamos con el capitán del barco y los viajeros peruanos que iban a bordo del paquebote, por cierto de nombre ilustre para la historia del bel canto.

En el Perú hay desiertos, tan arenosos como los de otras latitudes, en ellos el sol se pone en el horizonte inmenso del Pacífico. En alguna de esas costas amarillas de su patria sabe que le arribará el fin, cuya metáfora es la tierra que en última instancia acaba por comer nuestra carne (pulvis eris et in pulverem reverteris).

No hay camellos, pero no sería difícil imaginarlos. Es verosímil pues que, a la hora de escoger tres animales heráldicos, el poeta, tras el búfalo y la boa, elija el camello, con el que observa la inmensidad del cielo a la caída de la tarde entre sus dos jorobas.

El sol se va por en medio de ellas sin dejarnos respuesta sobre el porqué de nuestras errancias sobre la tierra.

EL CAMELLO

Caminando sobre el trazo limpio

de una colina de arena,

la proverbial mirada del camello

es la de un estúpido que nos comprende.

Una mirada insultante.

O tal vez razonable,

porque en medio del desierto

que simplifica nuestros objetivos, pregunto:

¿para qué nos atrevemos con las inmensidades?

No hay respuesta

y el sol se pone entre las dos gibas del camello.

Edición citada: pág. 456


Referencias:

José Watanabe, Poesía completa. Prólogo de Darío Jaramillo Agudelo, Editorial Pre-Textos, colección La Cruz del Sur, Valencia junio del 2025

2 comentarios leave one →
  1. Avatar de Rene Rodriguez
    Rene Rodriguez permalink
    7 julio, 2025 12:22

    Moncho, hay días en la vida en la que el desierto arenoso y seco son las ciudades con sus calles inundadas de carros, motos y camiones. Estos últimos llevando toneladas y toneladas de semillas para sembrar edificios y destruir bosques. Pero hay desiertos más áridos aún cuando los problemas familiares te desertifican el alma. Ya hablaremos por teléfono de ello.

    No tenía ni idea de la existencia de ese poeta nisei, sansei o como los japoneses califican a los descendientes puros y también a los impuros que tienen la sangre japonesa mezclada con sangre peruana como es el caso de mi nieto mayor.

    Como bien corregiste, nuestro viaje juntos en el Donizzeti fue varios años antes que el indicado en el original de tu blog.

    Un abrazo fuerte,

    René

    • Avatar de ensondeluz
      7 julio, 2025 15:57

      René, gracias por tu certero comentario.

      La metáfora de Watanabe sobre las costas amarillas que acaban devorándote es un presentimiento que tuvo, pues había pasado un proceso casi terminal, del que regresaba para acabar su vida en el Perú con los suyos.

      Seguimos en comunicación.

      Hasta pronto.

      Abrazo fuerte

      Moncho

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