Contrastes de un verano sueco

Son días que trascurren entre sol, cielos azules o nublados, lluvia y una ciudad a la que afluyen numerosos turistas veraniegos, cuando el parque de atracciones de Liseberg rebosa de visitantes. Es Gotemburgo, es decir Göteborg, la Venecia de la Costa Oeste.

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Las opciones para quien quiera darse un baño oscilan entre las rocas graníticas al borde de lagos como el Delsjön o del mar, donde los muelles de madera son el lugar más apropiado para zambullirse, o las calas de arena que a menudo son invadidas por las algas. Pero esto no desanima a nadie a juzgar por la alta frecuentación que se constata en los días en que el sol se asoma, o incluso cuando las nubes se muestran clementes y no descargan lluvias.

Tan es así que los parques infantiles del barrio sestean durante horas en el olvido.

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Todo lo contrario sucede en el parque de atracciones de Liseberg que además ofrece un recorrido escultórico notable. Las amables esculturas de Gerhard Henning (1880 – 1967) reciben al visitante a pocos metros de la entrada, entre otra muchas obras en bronce.

Esta alegría sin ropajes contrasta con otras damas, no menos sonrientes, que subrayan la dimensión cada vez más diversa de la población femenina de Gotemburgo, donde el calor del fin de semana pasado se afrontaba de muy diversas maneras,

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La figura erguida de la verde corona de este joven arbolillo que los excelentes jardineros del Jardín Botánico han plantado anuncia largos años de crecimiento y lozanía…

lo que contrasta con la mole ceñuda de la Torre Karla que está en fase de terminar su equipamiento y que ensombrece con su coraza de guerrero galáctico el skyline de Gotemburgo cuando la mirada se dirige desde el centro de la ciudad y sus barrios aledaños hacia el norte de la ría.

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Y si nos acercamos a alguno de los pulmones verdes de la ciudad, como por ejemplo al parque de Trädgårdsföreningen, donde juegan plácidamente los niños bajo la mirada materna…

puede que siguiendo nuestro paseo, a diez escasos minutos, sintamos el contraste entre ese parque y la intifada de tiendas de campaña (regularmente vacías), que llevan ya semanas instaladas frente al edificio central de la Universidad, bajo las mismas banderas que muchos palestinos acogidos en Suecia enarbolaron con júbilo frente al ayuntamiento en la plaza de Gustaf Adolf durante las horas que siguieron a la matanza y las violaciones de cientos de pacíficos ciudadanos de Israel, perpetrada por Hamas el 7 de octubre del año pasado, celebrando (como de ello fui testigo) la hazaña homicida y el secuestro de decenas de niños, mujeres, adultos y ancianos.

Definitivamente, esta ciudad reúne ejemplos de los contrastes y las transformaciones que caracterizan hoy a la sociedad sueca.
En todo caso y como rezaba el título de un libro del filósofo Fernando Savater, acabaré rogando que perdonen las molestias (2001) (*)
(*) Editorial Punto de lectura, enero 2001. El libro llevaba el subtítulo: crónica de una batalla sin armas contra las armas
Simpático, alegre e interesante, con espíritu veraniego. Gracias Ramón Feliz verano
Sería maravilloso que la simpatía y la alegría fuesen predominando sobre los acontecimientos que nublan las noticias del verano. Gracias por seguir haciéndote eco de este modesto blog, cada día más espaciado aunque tozudo. Feliz verano para ti también, tocayo.