Breverías erasmianas (LIX): “Tenui vena, divite vena, tenui canale”(«Sutil regato, filón copioso, canal liviano») y el quehacer poético de Louise Glück.

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Tenui vena, divite vena, tenui canale
Sutil regato, filón copioso, canal liviano
Adagio II, vi, 76
Rem eamdem alia reddunt metaphora, cum aiunt paupere vena, benigna vena, divite vena. Venam autem appellant indolem et vim genuinam ingenii, translatione ducta vel a fontibus, quorum alii angustiore vena manant, alii tanta, ut flumen ingens efficiant, vel a metallis, quorum etiam venae non genere tantum, sed et copia differunt.
…
De este modo se transmiten otras metáforas, cuando se dice ‘vena pobre’, ‘vena generosa’, ‘filón copioso’. Por otra parte llaman ‘vena’ a la disposición natural y a la fuerza genuina del genio, que son como los manantiales, pues unos fluyen en vena más bien estrecha, y otros tan ancha que llegan a formar un río, o como los metales, cuyas venas también se diferencian no sólo por su tipo, sino también por su cantidad. (*)
Les Adages d’Érasme, présentés par les Belles Lettres et le GRAC (UMR 5037), 2010, pp. 1252-1253.

Hasta aquí el comentario de Erasmo a un proverbio usado por Cicerón (Defensa de Tito Annio Milón, 31.85) que cita de Quintiliano (11.3.167) quien lo emplea para ilustrar la elocuencia de la expresión oratoria y del fluir del discurso.
La poesía de Louise Glück
Tomando pie de esas metáforas, vengo al siguiente propósito de la entrada de hoy, que es el de mi modesto homenaje a una poeta que admiro por el fluir silente de sus poemas, por su lenguaje llano y su nitidez, irónicamente autobiográfica y a la vez trascendente, donde el espíritu fluye desde la prosa de lo cotidiano, a pesar de que…
It is terrible to survive
as conciousness
buried in the dark earth
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Terrible es sobrevivir
siendo conciencia
en oscura tierra sepultada
Louise Glück, “The Wild Iris” (1992): Poems 1962-2020, Penguin Books, Modern Classics, Penguin Random House, Dublin, 2021, pag.245 (la traducción de esta cuarta estrofa es mía)
Louise Glück te sorprende por su forma de emerger desde lo cotidiano con una aparente facilidad de la que fluyen los sentidos alternativos de la realidad. Su escritura tersa y austera extrae de la prosa de la vida una poesía en la que lo inesperado se produce, pues posee el amplio poder de transformación que Paul Valéry atribuía a la Poiesis, entendida en su sentido de acción y de desbordamiento de los límites de lo real. Es como si la inspiración poética la asaltase en los momentos más inesperados. No es una poeta de fácil lectura, exige dejarse llegar por las sucesivas oleadas de sus poemas, como ocurre con algunas narrativas de la literatura universal que te exigen persistir tras las primeras impresiones y adentrarte en el universo de lo que no es obvio al que te lleva la autora. Pienso que es eso lo que constituye la obra de algunos destacados poetas: su inspiración revela lo que cada día escapa delante de nosotros.
Louise Glück, premio Nóbel del año 2020 y fallecida hace menos de un mes, logra como sin esfuerzo que de su sobrio rigor expresivo broten los mensajes que se cobijan bajo las realidades más banales, que ella extraes con sus luces y sus sombras, sus conquistas y sus decepciones, sus dolores y sus gratificaciones. En sus versos se entreveran, al modo de la palabra interior que consagró Joyce, los sentimientos, descripciones e ideas que surgen del suceder diario con lo que por dentro habla consigo mismo quien los vive.

De las seiscientas ochenta y nueve páginas del volumen de los poemas que publicó entre 1962 y 2020 he escogido «Village Life», que me parece es ejemplo de lo que aquí intento decir, aunque sin atribuirme ninguna estatura crítica, sino porque en estos versos pueden ver y escuchar a la autora (**) leyendo con su humildad expresiva un poema de una época de su vida, que no fue fácil:
A Village Life
Louise Glück, “A Village life” (2009): Poems 1962-2020, Penguin Books, Modern Classics, Penguin Random House, Dublin, 2021, pp. 625-627 (la traducción es mía).
The death and uncertainty that await me
as they await all men, the shadows evaluating me
because it can take time to destroy a human being,
the element of suspense
needs to be preserved—
On Sundays I walk my neighbor’s dog
so she can go to church to pray for her sick mother.
The dog waits for me in the doorway. Summer and winter
we walk the same road, early morning, at the base of the escarpment.
Sometimes the dog gets away from me—for a moment or two,
I can’t see him behind some trees. He’s very proud of this,
this trick he brings out occasionally, and gives up again
as a favor to me—
Afterward, I go back to my house to gather firewood.
I keep in my mind images from each walk:
monarda growing by the roadside;
in early spring, the dog chasing the little gray mice,
so for a while it seems possible
not to think of the hold of the body weakening, the ratio
of the body to the void shifting,
and the prayers becoming prayers for the dead.
Midday, the church bells finished. Light in excess:
still, fog blankets the meadow, so you can’t see
the mountain in the distance, covered with snow and ice.
When it appears again, my neighbor thinks
her prayers are answered. So much light she can’t control her happiness—
it has to burst out in language. Hello, she yells, as though
that is her best translation.
She believes in the Virgin the way I believe in the mountain,
though in one case the fog never lifts.
But each person stores his hope in a different place.
I make my soup, I pour my glass of wine.
I’m tense, like a child approaching adolescence.
Soon it will be decided for certain what you are,
one thing, a boy or girl. Not both any longer.
And the child thinks: I want to have a say in what happens.
But the child has no say whatsoever.
When I was a child, I did not foresee this.
Later, the sun sets, the shadows gather,
rustling the low bushes like animals just awake for the night.
Inside, there’s only firelight. It fades slowly;
now only the heaviest wood’s still
flickering across the shelves of instruments.
I hear music coming from them sometimes,
even locked in their cases.
When I was a bird, I believed I would be a man.
That’s the flute. And the horn answers,
When I was a man, I cried out to be a bird.
Then the music vanishes. And the secret it confides in me
vanishes also.
In the window, the moon is hanging over the earth,
meaningless but full of messages.
It’s dead, it’s always been dead,
but it pretends to be something else,
burning like a star, and convincingly, so that you feel sometimes
it could actually make something grow on earth.
If there’s an image of the soul, I think that’s what it is.
I move through the dark as though it were natural to me,
as though I were already a factor in it.
Tranquil and still, the day dawns.
On market day, I go to the market with my lettuces.
Una vida de aldea
La muerte y la incertidumbre me esperan.
como esperan a todos los hombres, las sombras me evalúan
ya que puede tomar tiempo destruir a un ser humano,
el elemento de suspense
necesita ser preservado.
Los domingos paseo al perro de mi vecina
para que ella pueda ir a la iglesia a orar por su madre enferma.
El perro me espera en la puerta. Verano e invierno
recorremos el mismo camino, temprano de mañana, al pie del acantilado.
A veces el perro se aleja de mí – durante uno o dos instantes
no puedo verlo detrás de unos árboles. Está muy orgulloso de esto,
este truco lo saca de vez en cuando, y luego se rinde
como para hacerme un favor.
Después, vuelvo a mi casa a recoger leña.
Guardo en mi mente imágenes de cada paseo:
la monarda que crece al borde del camino,
al inicio de la primavera el perro persiguiendo ratoncitos grises;
así que por un rato parece posible
no pensar que el cuerpo se desestabiliza, que la relación
entre el cuerpo y el vacío se altera
y que las oraciones se convierten en oraciones por los muertos.
Al mediodía las campanadas de la iglesia cesaban. Luz excesiva
aunque la niebla cubre el prado, por lo que no puedes ver
la montaña a lo lejos, cubierta de nieve y hielo.
Cuando reaparece, mi vecina piensa que
sus oraciones han tenido respuesta. Hay tanta luz que no puede controlar la alegría
que estalla en su lengua. Hola, grita como
su forma mejor de expresarlo.
Ella cree en la Virgen como yo creo en la montaña,
aunque en un caso la niebla nunca se disipa.
Pero cada cual guarda su esperanza en un lugar diferente.
Me preparo la sopa, me sirvo un copa de vino.
Estoy tensa, como un niño cuando se acerca la adolescencia.
Pronto se va a definir con certeza lo que eres,
una cosa, un niño o una niña. Nunca más serás ambos.
Y la niña piensa: quiero tener voz y voto en lo que haya de suceder.
Pero el niño no tiene nada que decir.
Cuando era niña, yo no lo preví.
Más tarde, el sol se pone, las sombras se acumulan,
murmullan los matorrales como animales que sólo se despiertan de noche.
En el interior solamente la luz del fuego. Se desvanece lentamente;
ahora sólo queda la leña más gruesa
cuyo chisporroteo reverbera sobre la estantería de los instrumentos.
A veces escucho la música que me llega de ellos,
incluso cuando están dentro de sus estuches.
Cuando era pájaro, pensé que sería hombre.
Esa es la flauta. Y el cuerno responde:
cuando era hombre, clamaba por ser pájaro.
Entonces la música desaparece. El secreto que me confía
desaparece también.
En la ventana la luna se cierne sobre la tierra,
sin sentido pero llena de mensajes.
Está muerta, siempre ha estado muerta,
pero pretende que es otra cosa
ardiendo como una estrella, y de manera convincente, de modo que a veces sientes
que podría en realidad hacer que algo crezca sobre la tierra.
Si hay una imagen del alma, creo que eso es lo que es.
Me muevo en la oscuridad como si fuera natural para mí,
como si ya fuera un elemento en eso.
Tranquilo y quieto, amanece el día.
Es día de mercado, voy a ir al mercado con mis lechugas.

NOTAS
(*) Las tres acepciones que Erasmo destacaba en el término latino vena lo recoge siglos después el Diccionario de la RAE entre 10 acepciones del español (que he destacado en negrita):
1. f. Cada uno de los vasos o conductos por donde retorna la sangre al corazón. 2. f. Filón metálico. 3. f. Cada uno de los hacecillos de fibras que sobresalen en el envés de las hojas de las plantas. 4. f. Fibra de la vaina de ciertas legumbres. 5. f. Faja de una materia que por su calidad o su color se distingue de la masa en que se halla interpuesta. 6. f. Conducto natural por donde circula el agua en las entrañas de la tierra. 7. f. Cada una de las listas onduladas o ramificadas y de diversos colores que tienen ciertas piedras y maderas. 8. f. Inspiración poética, facilidad para componer versos. 9. f. Humor, disposición variable del ánimo. 10. f. Zool. Engrosamiento cuticular, más o menos ramificado, de las alas de los insectos.
(**) Louise Gluck reads her poem “A Village Life.” – YouTube
Precioso texto Ramón, gracias. No conocía a Louise Glück más que de las noticias, te agradezco haberla traído aquí a tu plaza pública. G.
Gracias a ti Germán. Me alegro mucho de haberle ganado un lector tan competente como tú. También ha sido un descubrimiento para mí desde su premio Nóbel, pero sobre todo cuando, con tiempo a disposición, abrí las páginas de sus poemas tras su muerte.