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Por el sur de Suecia: apuntes de un viaje breve (I)

3 abril, 2016
Rio Lagan. Laholm. Foto R.Puig

Rio Lagan. Laholm. Foto R.Puig

El buen tiempo y los tres días en torno a la Pascua nos llevaron a dar una vuelta por Skåne (Escania en castellano y Scania en latín), para lo cual había que atravesar lo que fue una frontera natural entre Suecia al norte y Dinamarca al sur, el río Lagan, en territorios de frecuentes guerras, hasta que Suecia toma posesión de Scania a mitad del siglo XVII.

Nos detuvimos brevemente en Laholm, todavía en la provincia de Halland. La ciudad se asoma a una amplia curva del río Lagan, en donde se pescan con caña salmones de alrededor de 10 kilos, estando el record en un salmón de 16,9 kilos. Y si no eres pescador puedes degustarlo ahumado en el restaurante de la Rökeri (obrador de ahumados), situada sobre la zona de pesca.

Pescadores a la orilla del rio Lagan. Laholm. Foto R.Puig

Pescadores a la orilla del rio Lagan. Laholm. Foto R.Puig

Poco después atravesamos las alturas de la barrera rocosa de Hallandsås («la cresta de Halland») que se formó hace 80 millones de años.  Hoy se circula por el túnel de la autopista, pero en siglos pasados era una ruta de vericuetos, peligroso paso entre Suecia y Dinamarca, en la que hasta bien entrado el siglo XIX acechaban grupos de asaltantes que podían desplumar a los viajeros, algo así como los bandidos de Sierra Morena en el sur de España.

Paisaje de la Hallandsås. Fuente skanemejerier.se

Paisaje de la Hallandsås. Fuente skanemejerier.se

Del otro lado nos reciben las tierras de Scania.

Skåne

Bandera de Skane en Tomelilla. Foto R.Puig

Bandera de Skåne en Tomelilla. Foto R.Puig

¡Y, sí, la bandera de este län, el más meridional de Suecia, es roja y gualda! Aunque por aquí no llegaron tropas españolas; las que lo hicieron fueron durante siglos los batallones daneses. De ahí que los habitantes de Skåne hablen el sueco con acento danés. Para mí, que no soy demasiado ducho en la lengua de Bellman, la particular prosodia de estas tierras me obliga a concentrarme, si no quiero perder ripio.

Para empezar, nos alojamos en Landskrona, entre Malmö y Helsingborg, al sur del estrecho que separa a esta ciudad de Helsingør (Elsinor), la ciudad danesa que alberga el castillo de Kronborg, donde Shakespeare situó la tragedia de Hamlet. En nuestro caso nos limitamos a visitar la Citadell de Landskrona que también debió de ser testigo de otras tragedias, ocultas en el espesor de los siglos.

La ciudadela y su foso. Landskrona. Foto R.Puig

La ciudadela y su foso. Landskrona. Foto R.Puig

Para no ser menos, los vecinos de Landskrona también pescan, aunque sospecho que no son salmones, en los fosos frente al castillo.

Pescando en el foso de la Citadell. Landskrona

Pescando en el foso de la Citadell. Landskrona

Como recuerdo de sus tiempos marciales, también frente a esos muros las antiguas viviendas de la guarnición forman hoy un diminuto barrio de aspecto apacible.

Las barracas amarillas de la Citadelle.  Landskrona. Foto R.Puig

Las barracas amarillas de la Citadelle. Landskrona. Foto R.Puig

Esta ciudadela, cuyo castillo fue construido por la monarquía danesa en el siglo XVI, tiene una agitada historia de alternancia violenta de ocupantes y de ásperos encuentros. A finales del siglo XVIII no se le encontró mejor uso que convertir su fortaleza en prisión. Hoy alberga el Museo de la ciudad. Una historia como tantas otras de similares construcciones, en donde pasaban sus vidas los reclutas, para ser sustituidos más tarde por los reclusos.

La ciudadela y su foso.  Landskrona. Foto R.Puig

La ciudadela y su foso. Landskrona. Foto R.Puig

Hoy apreciamos los hermosos atardeceres de su entorno, tratando de no pensar demasiado en aquellos que se pudrieron lentamente tras sus muros. Para airear pensamientos nos asomaremos a la orilla del mar, a pocos minutos del centro histórico.

Orilla del mar en Landskrona. Foto R.Puig

Orilla del mar en Landskrona. Foto R.Puig

Hasta dan ganas de estar malito para que te cuiden en una clínica cuyos ventanales se abren hacia el poniente.

Clinica frente al mar en Landskrona. Foto R.Puig

Clinica frente al mar en Landskrona. Foto R.Puig

En los alrededores del hotel hay un museo de esculturas al aire libre, del cual traigo aquí un sencillo ejemplo.

Pies primitivos. Kaj Engström. 1998. Foto R.Puig

Pies primitivos. Kaj Engström. 1998. Foto R.Puig

Damos un paseo, pero bien calzados, pues la temperatura primaveral en estas latitudes todavía no permite ni siquiera unas sandalias, y nos acercamos a la plaza mayor, donde la fachada del ayuntamiento, en estilo neogótico germánico de finales del siglo XIX (a mí me recuerda el de Hamburgo), se está sumiendo en la oscuridad.

El ayuntamiento de Landskrona. Foto R.Puig

El ayuntamiento de Landskrona. Foto R.Puig

Por la mañana, cerca del puerto y por las calles de un extenso polígono industrial, partimos en dirección de Dalby, no sin fotografiar una ocurrente chimenea de una factoría, cuya finalidad práctica se nos escapa.

Chimenea en Landskrona. Foto R.Puig

Chimenea en Landskrona. Foto R.Puig

Como Suecia es un país de gran sensibilidad ecologista, me imagino que hacerle un nudo a las chimeneas reduce la contaminación atmosferica. En todo caso, nosotros nos dirigimos a un parque nacional cuyos árboles viven y mueren en libertad.

Pista forestal. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Pista forestal. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

En el Parque Nacional de Söderskog, cerca de Dalby

El bosque del sur es una floresta de hayas centenarias que cuando caen o se talan por seguridad no se retiran. Al bosque se le deja seguir renovándose por sí mismo.

Como culebras. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig.

Como culebras. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig.

Librado a su propia evolución nos ofrece todo tipo de formas.

Proboscidio. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Proboscidio. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Parece uno de esos lugares que inspiran historias de bosques animados, algo así como aquellas escenas de la película de la Blancanieves del Disney de nuestra infancia, en donde las ramas se movían y te aferraban por la capa, las raíces se transformaban en monstruosos pies y los troncos adoptaban el aspecto de criaturas inquietantes.

Hocico. Dalby.  Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Hocico. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Sin embargo, aquí no ha faltado un tallista creativo que, navaja o escalpelo en mano, ha extraído de una raíz la epifanía de un duende bondadoso, a punto de despertarse.

El anciano duende. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

El anciano duende. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Por un camino de tablas emprendemos la vuelta hacia el aparcamiento.

Andadero.  Dalby.  Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig.

Andadero. Dalby. Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig.

Desde los linderos del parque estamos listos para continuar el recorrido por los suaves declives y las extensas planicies de Skåne.

Dalby. El lindero del Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Dalby. En el lindero del Parque Nacional de Söderskog. Foto R.Puig

Continuará…

 

 

5 comentarios leave one →
  1. 5 abril, 2016 02:05

    Me has dado un buen viaje…

  2. 5 abril, 2016 09:07

    Guillermo, sería estupendo que un día te pudiera guiar por estos parajes personalmente…

  3. Luis Bernardo José Regal Alberti permalink
    5 abril, 2016 20:13

    Suecia es un país muy ligado a…muchas cosas peruanas. Los camiones de la firma Scania son conocidos, usados y respetados en todas partes. Mi cuñado tuvo un gran amigo de esta autormotriz, un buen tipo con el que jugaba golf y cuando nos hablaba de él se refería a su amigo el noble porque tenía un título que no recuerdo en este momento. Suecia ha sido el lugar tradicional en donde los exiliados políticos se han refugiado especialmente en la época de Sendero y tengo entendido que no sólo peruanos sino igualmente chilenos y argentidos. Un conocido montonero argentino fue hasta el día de su desaparición muy amigo nuestro, incluso le enseñó a mis hijos «Luna Tucumana», escrita de su puño y colgada ahora mismo encima de mi escritorio (a la vuelta del marco está la casa donde vivía él con su esposa e hijo pequeño en San Isidro). La viuda pidió asilo en Suecia. Quiero decir que Suecia es un país que protege a los perseguidos, aunque obviamente a veces es tal vez criticada y presenta a los ojos de mucha gente como políticamente ingenua…aunque de estas cosas otros amigos podrán opinar con más objetividad que yo. En esos tiempos yo dirigía lo que ahora es la facultad de comunicaciones de la PUCP. ¡Difícil encontrar un lenguaje para hablar de gobierno, democracia, revolución, querra…etc. que permita a unos y otros situarse y conversar con buena voluntad en ese terreno racional que según un amigo nuestro Kant no entendió y patinó infantilmente. Suecia y sus países hermanos y fronterizos como Dinamarca, Alemania, Holanda y…muy cerquita, Inglaterra, conocen bien por experiencias de todo tipo…Con motivo de tu hermoso blog estuve viajando por Google Earth admirándome de que todo es verde…fuerte contraste al menos con la aridez y las torpezas democráticas de la inocente tierra de Santa Rosa, Fray Martin, Chabuca, Mariátegui, Vallejo, Claudio Pizarro, Juan Diego Flores y en estos últimos días Andrés Roca Rey, el chiquillo limeño que empieza a ser engreído por los ruedos taurinos de España, México, Venezuela….y Gaston Acurio…por poner algunos nombres que se me ocurren en este par de líneas patrioteras…dicho sea de paso, respondiendo a un amigo, Abimael Guzmán, igual que yo, es un lector de Kant, una vez me ofrecieron un ejemplar de su trabajo de graduación pero preferí quedarme con Kant a secas… ¡ya ves para todo lo que suscita «enson de luz».

  4. Bernardo Regal Alberti permalink
    6 abril, 2016 02:53

    Disculpa el desorden!!

    • 6 abril, 2016 07:04

      Pues no le veo ningún desorden. Tu comentario es algo así como el funcionamiento de las «fractales», o sea el orden oculto que opera tanto en el mundo físico como, podríamos decir, en el discursivo. Dicho de otro modo, es totalmente legítimo practicar la lógica de ir tirando de los racimos de las cerezas. Vienen de dos en dos, pero siempre arrastran a otras. Diríamos que un cesto de cerezas se rige por un sistema binario encadenado… Así que, si eso es el desorden… ¡viva el desorden!
      Es cierto lo que dices de la «ingenua Suecia» (que habría que decirlo también de Bélgica), es esa especie de romanticismo revolucionario de los que no quisieran la revolución en casa pero la adoran en otras latitudes, al mismo tiempo un país donde hay un respeto estricto de las convenciones de asilo de la ONU. ¡Hoy tan sometidas a presión en Europa por la insolidaridad de ciertos Estados Miembros de la UE! ¡Precisamente aquellos que vivieron bajo regímenes «revolucionarios» estalinistas durante décadas y no han aprendido nada de la auténtica solidaridad internacionalista cuando les toca poner en práctica las convenciones del asilo! Son los, por ellos denostados, socialdemócratas y demócratas cristianos europeos (Suecia, Alemania) los que han seguido acogiendo a los refugiados de las guerras, mientras los antiguos revolucionarios cierran sus fronteras.
      Esto (las cerezas) viene a cuento del romanticismo sueco. En Suecia hay aún asilados latinoamericanos de las décadas de la violencia en América Latina, que ya van siendo viejitos, que todavía exaltan la revolución cubana y al comandante Chaves en un semanario en castellano, que de vez en cuando hojeo en la biblioteca de Gotemburgo, que se llama «Liberación». En cierto modo son conmovedores, anclados en un pasado idealizado.

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