Luces del estío
En su libro Mörkerseende (Visión nocturna) Tomas Tranströmer (Estocolmo 1931- Estocolmo 2015) publicó en 1970 un poema, dedicado al mes de julio, que acaba con la evocación de alguien que, al anochecer, se ha dormido en su barca en medio de las islas de la costa.
Se titula Andrum juli que es como decir “julio (es la) habitación donde se respira”.
En 2012, la compositora Andrea Tarrodi (Estocolmo 1981) le puso música para los Coros de la Radio Sueca.
La última estrofa del poema dice así:
Den som färdas hela dagen i öppen båt
över de glittrande fjärdarna
ska somna till sist inne i en blå lampa
medan öarna kryper som stora nattfjärilar över glaset.
…
Aquel que el día entero en una barca abierta ha navegado
por fiordos relucientes
terminará dormido en un fanal azul
entre islas que sobre el cristal resbalan como grandes mariposas de la noche.
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(Tomas Tranströmer, Dikter och prosa 1954 – 2004, Ed.Albert Bonniers 2011, p.183. La traducción es mía)
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julio en Suecia
El mes de julio es en Suecia el mes de las vacaciones y del buen tiempo. Pero hay algo más que se intuye en la forma colectiva de vivir la llegada del verano. Las metáforas del poeta, galardonado con el Nobel de Literatura 2011, transportan al verso la mística que este mes tiene en el sentir y en el alma de este país.
La navegación veraniega, a fines de los años sesenta, se hacía en barca, sin motores de gran potencia, sin turbar la paz de los islotes e islas de la costa oeste de Suecia. Actualmente son decenas de miles los barcos de vela y también las lanchas con motor de fuera borda los que se hacen a la mar en estos días de comienzo de julio.
No hemos sido menos, pues nos han invitado a la primera salida del velero de unos familiares nuestros.
Después de navegar por la costa de Halland frente a Varberg, de regreso es preceptivo, en el muelle, sentarse a bordo y tomarse un tentempié. Luego, como no nos hemos bañado desde la escalerilla del barco en aguas profundas, decidimos darnos el primer chapuzón de la temporada desde la pasarela de la playa.
Frente a la orilla no faltan las gaviotas voraces. Con sus inquisitivos ojos amarillos vigilan a los bañistas, a la espera de lanzarse sobre los restos de un bocadillo o incluso de disputarle la salchicha a algún niño desprevenido.
En Gotemburgo hay más gaviotas que habitantes y parecería que hubiesen perdido su instinto. ¿Qué hubiese dicho Darwin? Ya no se las ve pescar. Es más fácil vivir de los restos que dejamos, arrebatándoselos por toda la ciudad a las palomas o a otras aves menos agresivas.
De todos modos siempre resulta decorativo verlas volar en bandada por los muelles, aunque por las mañanas el coche amanezca rociado de guano en la calle.
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El agua a 19 grados
Pero volvamos a la costa y al baño, a la luz de julio y a sus reflejos frente a las rocas. Este es nuestro segundo chapuzón del verano. Nos anima mucho la temperatura del agua: ¡19 tórridos grados!
Pero conviene estar atentos, no sea que alguna belleza roja se aproxime demasiado
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Veleros
¿Y qué decir de esos grandes veleros de tres mástiles que aparecen en la ría cuando el calor llega?
Hermosos bajeles blancos
Veleros negros
¡Veleros píos!
Sus propietarios lo llaman sailing church, es decir iglesia navegante. Embajadores de una buena nueva, sus tripulantes surcan el mar mientras cantan gospels. Les impulsa el soplo del Espíritu Santo. A diferencia de los pescadores del Tiberiades, para seguir a Jesús no han tenido que dejar su barco en tierra.
No llevan tampoco redes. Para pescar almas, las embarcan.
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Esperemos…
A final de junio y principio de julio tuvimos días gloriosos y calientes, pero a ese paréntesis venturoso han sucedido días de lluvia y pronósticos grises. No obstante el ánimo es lo último que se pierde. Así que seguiremos zambulléndonos.
¿Por qué no habremos de perseverar también nosotros en esta fe escandinava que pone su esperanza en el mes de julio y en su inextinguible dulzura?
Además, seguiremos el ejemplo de otros animales que no pierden la calma…
¿No es acaso el verano la época de cría y de la renovación de la vida?
Una nube más o menos ¿a quién le inquieta?
Y aunque al poeta que nació y murió en las orillas bálticas, la tarde, la barca y las islas le inspirasen metafóricas melancolías, que nuestro espíritu estival no decaiga. Llueva o truene, que la pasión por las luces del verano nórdico no ceje.
¡Hombres de poca fe! ¿por qué dudáis?
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Otras costas, otros aires
No sé por qué, pero la memoria de las riberas bravías del norte español me trae tonadas que aprendí de chico. ¿No llueve y se nubla también allá en julio?
Que tú eres el mar
Y yo soy la arena
Que ya no voy sola
Que el agua me lleva
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Que tú eres el mar
Y yo soy la arena
Que ya no voy sola
Que el amor me lleva
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