Invierno con algo de nieve y muchas películas
Hace dos días, la sensación de frío y la visión vespertina de las espesas nubes que se cernían sobre la ciudad, me trajeron a la cabeza una de esas extrañas asociaciones que surgen de no sé qué rincones del cerebro. Me sorprendí tarareando para mis adentros la estrofa de una guaracha que cantaba el Trío Los Panchos (“parece que va a llover / el cielo se está nublando / parece que va a llover / ay mamá, me estoy mojando”), aunque, mientras atravesaba el canal en el barco, se me cruzaban los cables con la guajira “al vaivén de mi carreta”. El resultado decía tal que así:
Parece que va a nevar.
Las nubes se están cargando.
Compadre, están anunciando
que ya entramos en febrero.
Es notorio que cuando se maltrata la música acaba por llover. Pero, como estamos en Gotemburgo, lo que he traído es la nieve.
Quedaban sólo restos de la tímida nevada del martes. Una capa delgada, indigna de estas latitudes. Para remediarlo, las nubes que la anoche anterior me inspiraron la estrofa de marras han descargado ayer una nevada persistente de generosos copos.
Así que la ciudad ha recuperado ayer ese aspecto que tanto ha rareado en los últimos inviernos.
Por la mañana, cuando los espectadores del Festival Internacional de Cine marchábamos hacia alguna de las veinte salas que durante una semana larga proyectan más de quinientos films, lo hacíamos sobre la pantalla blanca de la nieve.
Veremos si hoy domingo el sol no nos deja las calles de la ciudad hechas un pantano de aguanieve, camuflando esas traicioneras láminas de hielo que pueden llevar a más de uno a las urgencias. Si son las del antiguo hospital Carlanderska esperemos que no se lo haya tragado antes ese socavón que excavadoras y dinamiteros están abriendo, para cimentar su ampliación.
Pero volvamos al festival de cine…
XXXVIII Göteborg Film festival
El Festival de Cine de Gotemburgo (23 de enero – 3 de febrero) tiene carácter propio. No es un festival glamouroso. La mayoría de los films, documentales y cortometrajes son de los que casi nunca llegan a las salas y multicines comerciales. Por lo general se proyectarán en certámenes o salas de cinéfilos.
Por su historia y por su sede central, situada en la Jarntorget, en el complejo de la Folket Hus de Gotemburgo, este certamen casi cuadragenario tiene un estilo que podríamos decir socialdemócrata, en el sentido sueco de esta palabra.
El “palacio del festival” es modesto, nada que ver con los de Cannes, San Sebastián, Berlín u otros festivales. Hay, sí, una alfombra roja, bastante pisoteada por cierto, pero, justo a su entrada, no falta un puesto ambulante de perritos calientes y un carromato en el que sirven empanadillas unos alegres cocineros chilenos.
Al otro lado de la plaza las figuras de «las cinco continentes», siguen impasibles en su fuente, mientras el festival ofrece mucho cine comprometido, política y socialmente testimonial proveniente también de las cinco partes del mundo.
No faltan creaciones de intervención y de investigación social, a menudo realizadas con medios limitados (por ejemplo mediante crowfunding). Una buena parte de los films de la sección Europa, Europa entra dentro del género de denuncia o de exposición crítica de problemas candentes, como son los dedicados a las vicisitudes de inmigrantes y demandantes de asilo que tratan de acceder a Europa por vías de alto riesgo. Lo mismo se puede decir de las películas procedentes de América Latina.
Algunos cineastas sufren persecución en sus países de origen y hay películas que generan amenazas de atentado, como en el caso de Timbuktú que, por tratar de las atrocidades de los islamistas radicales en Mali, ha ocasionado hace unos días la suspensión del certamen de cine Ramadán en Tournai (Bélgica) a causa de una grave amenaza yihadista.
Hay casi veinte sesiones monográficas, entre las que destacan las de las producciones que optan al Dragón al Mejor Film Nórdico, al Dragón al Mejor Documental Nórdico y al Galardón Internacional Ingmar Bergman para el mejor largometraje debutante. El Dragón Honorario Nórdico lo recibe este año Liv Ullmann. Con esta ocasión se estrena en Suecia su última película como directora, Miss Julie, basada en la famosa obra de Strindberg, Froken Julie.
El premio del público a la mejor película lo votaremos los espectadores en un plebiscito vía sms.
El país de la sección Fokus es este año el Japón. Hay como siempre una retrospectiva de Clásicos, con películas restauradas y documentales dedicados a la historia del Cine. No falta una sección Maestros de directores consagrados y otras de Comedias, Animación, Visionarios, Musicales y Juegos y ficciones futuristas
Los habituales del certamen reservan con tiempo. Hay cinéfilos que se toman una semana de vacaciones para darse un atracón. En mi caso veré un racimo de películas, entre las cuales no faltan films peruanos, mejicanos, chilenos, italianos, árabes o africanos, la poesía de alguna obra japonesa o, por supuesto, el último trabajo de Liv Ullmann y el film de Roy Andersson que obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia en 2014, así como alguna vieja joya del cine noruego.
A la página oficial del Festival en su versión inglesa se puede acceder mediante enlace: http://www.giff.se/en
En sueco: http://www.giff.se
Cuando la rutina vuelva a las cerca de veinte salas de Cine que albergan las proyecciones y debates del festival (hay también seminarios y clases magistrales), la nieve quizás se haya derretido, pero adentrados ya en febrero todavía tendremos que salir bien abrigados.
Ramón, me ha sorprendido enormemente que, con un tiempo tan poco amable, o tan enemigo, se celebren certámenes de cine y que la gente no solo acuda, sino que algunos se den un atracón de pelis, tomándose incluso vacaciones. Mi hijo, que vive en Berlín desde hace unos 14 años, de cuando en cuando, coloca en su Facebook la previsión de temperaturas para aquella ciudad junto con las de Valencia, para preguntarse a continuación como un tonto: ¿qué hago yo aquí, eh, podéis decírmelo? Y a pesar de lo que me gustaría volar para verlos, durante buena parte del año termino siempre por acobardarme, y casi me da vergüenza decirte que si, en lugar de los 20º, andamos por los 12 o 14, me da una pereza enorme salir al cine, a pesar de que es una de mis pasiones, y termino viendo cualquiera en casa. En cuestión de temperatura, me parece que lo único que tenéis a vuestro favor, tanto los que vivís ahí como los berlineses, es que no pasáis frío dentro de casa; en Valencia casi siempre, no solo por la construcción de las casas, sino por lo poco que preocupa el tipo de calefacción de que se disponga, porque total ‘son cuatro días’. ¡Cómo no haber sido el Mediterráneo la cuna de la civilización, dime! Haber sido, he dicho, Ramón… Ahora nos queda el solecito y la excelente gastronomía, no mucho más.
Un beso y disfruta la evasión por el cine
Luisa, como se preveía, hoy ya estamos andando con la banda de clavos bajo los zapatos para no rompernos la crisma. Ha salido un sol deslumbrante, de esos que se estilan a veces en el invierno nórdico, pero ha fundido la nieve y las bajas temperaturas nos han llenado las calles de hielo. No obstante, las salas del festival se llenan. Por cierto, no sé por qué, yo te hacía en Galicia, pero veo que de dónde no te quieres mover para ir a Berlín es de Valencia. Lo entiendo, pero seguro que tu hijo tendrá un montón de cosas que mostrarte. Yo conocí el Berlín Este en su época sombría. Lo único que brillaba eran las obras de arte en sus magníficos museos. Ahora me dicen que desborda de vida. Así que tendrás que animarte y, como bien dices, basta con entrar a cubierto para despistar al frío.
Un fuerte abrazo
Ramón
No, no, Ramón, muchas gracias, pero es que me he explicado mal: he estado milicientas veces en Berlín y en períodos de sobre un mes, siempre el de agosto, y no solo adoro Berlín, también a los berlineses, su hospitalidad y cordialidad. Y sí, soy gallega reciclada, y muy a fondo, incluida la lengua, en Valencia.
Otro beso, y no dejes de seguir informando sobre tu epopeya, siempre apasionante.
¡ Entonces soy yo quien debe «bajar» a Berlín !