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Via Margutta

21 abril, 2011

Los «sanpietrini» o adoquines romanos al origen de no pocos esguinces


Ya se sabe que Roma es un destino de peregrinos.  Curiosos o apasionados o en pos de diferentes mitos vienen por motivos varios. Sin duda son mayoría los que acuden a la capital del mundo católico para cumplir con seculares ritos de adoración o expiación, vivir momentos de éxtasis, buscar consolación y seguridad en la magia de Pedro y sus sucesores, renovar su fe o sumergirse en el aura de lo que queda del mensaje de Jesús.

Al buen entendedor unos pictogramas bastan…

Un recuerdo pío para el peregrino

Pero no son los únicos. Son también innumerables los que acuden a sentir las vibraciones de la historia de esta ciudad inacabable y de sus arquitecturas, sumergirse en sus colecciones de obras de arte, perderse por sus calles, en definitiva captar algo que, a pesar de la masificación turística, todavía trasmite por doquier.

Y tampoco es necesario tener elevadas pasiones trascendentes o estéticas para peregrinar, basta con tener el adecuado grado de nostalgia o, pensarán algunos, de fetichismo. La mayoría de los que han ido a la bendición papal y ganado algunas indulgencias tampoco quieren omitir el rito de lanzar su moneda a las aguas de la Fontana di Trevi acordándose quizás  deAnita Ekberg y del “bello Marcelo”.

Trevi, la fontana que atrae riadas de turistas a todas horas

Otros acaban buscando los escalones de una iglesia para tomarse una siesta bajo un sol primaveral.

Un aspecto de Via Margutta

Vitrina en Via Margutta

Via Margutta

Y hablando de fetichismo, Via Margutta también es un lugar de discreto peregrinaje fílmico. Esta calle tiene fama por sus numerosos estudios de artistas y galerías de arte, aunque en realidad ya no es lo que era. Pero algo que hay que destacar es que desde 1975 se ha venido celebrando en ella el festival de dibujo infantil «Mille bambini a Via Margutta», que creó Pietro Gabrielli, conocido jugador de rugby italiano, para sensibilizar a los escolares y a sus familias sobre la necesidad de prevenir las causas de la discapacidad y conseguir la equiparación de derechos de las personas con discapacidad.

Decíamos que ya no es lo que era y tampoco los nuevos artistas podrían pagarse un espacio en una zona hoy demasiado cara. En la actualidad, o estás ahí desde siempre o bien tienes algún amigo en el Comune de Roma que te ayude a obtener un alquiler asequible en un apartamento de propiedad municipal.

Pero, aunque este recuerdo quizás no atraiga a los veinteañeros, el peregrino puede todavía evocar a Audrey Hepburn y Gregory Peck.  

Suelen venir turistas que no han cumplido o no andan lejos de cumplir los setenta. Se pasean por Villa Margutta y preguntan a algún portero: “¿Sabe usted cuál es la casa de Roman Holiday?” (Vacaciones en Roma). “Sí señores, vayan ustedes al nº 51 a”.Desde luego me hubiera gustado cruzarme con Audrey Hepburn en el portal del inmueble pero me he contentado con echarle un poco de imaginación.  Aquí se rodaron las secuencias del apartamento del periodista Joe Bradley (Gregory Peck)  en una de las comedias más famosas de Holywood, dirigida por Willlyam Wilder en 1953. Fue prácticamente el primer papel importante de Audrey Hepburn, por el que aquella actriz, nacida en Bélgica en 1929, obtuvo el óscar a la mejor actriz. Yo no tengo aún 70 años, pero en una de mis visitas a una de las pocas galerías de via Margutta que todavía mantiene propuestas artísticas de calidad, he terminado por hacer la misma pregunta.

En el mismo patio uno de los dos locales de la Galería Emmeotto en via Margutta

«Pio XII», fotografia de Nicola Vinci en su exposición «Transfert» en la galería Emmeotto, 55×70 cm

No me atrevía a subir por las escaleras a causa de un cartel que prohíbe el paso, pero Pablo Mesa, un licenciado malagueño que trabaja como becario del programa Leonardo en la galería Emmeotto, me animó a recorrer los recovecos de este lugar romántico y recoleto.

http://www.emmeotto.net/

Aspecto actual de la escalera que da acceso a los apartamentos

Como despedida, desde la colina del Quirinale, un atardecer romano de hace pocos días.

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