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Lucas Cranach ascendido a coronel…

20 enero, 2011

Lo que tiene Villa Borghese…

Lo que tiene el extenso parque de Villa Borghese en Roma es que por donde entres, y aunque vayas con un propósito concreto, por ejemplo conseguir entrar en la exposición de Lucas Cranach (1472-1533), te vas deteniendo subyugado y sin querer por sus variados rincones.

No funcionaba el servicio de barcas del estanque del templo de Esculapio, si no yo creo que hubiera renunciado al arte por el gusto de remar entre los patos bajo el cielo de Roma y acercarme por el agua a impetrar del dios de la medicina una salud centenaria. Si te acercas por el paseo ¡ay! sólo le ves la espalda, y ya no es lo mismo. En definitiva que me quedé con las ganas de bogar con los patos.

A Cranach lo han ascendido

La verdad es que nunca pensé que a Lucas Cranach le hicieran falta nuevos galones, pero, leyendo el catálogo de la magnífica exposición «Cranach: el otro Renacimiento» en la Galleria Borghese, he descubierto que desde los tiempos de Jacob Burckhardt, gran definidor de los rasgos del Renacimiento en el siglo XIX, pasando por los más recientes de Wölfflin en el siglo XX con su tendencia a ligar el estilo del artista al pueblo al que pertenece (ya sabemos de qué pie se cojeaba en los años 30), a Cranach se le consideraba poco menos que un sargento, si comparado con Holbein, que siempre tuvo galones de coronel, y por supuesto con Durero, que es considerado el capitán general de aquella generación de artistas alemanes.

Autorretrato de Lucas Cranach

El hombre no viajó a Italia, retrató demasiado a Lutero y a su familia, se le ha considerado un especie de empresario con demasiado marketing que producía cuadros como rosquillas en su bien organizado taller (sus hombres desnudos un poco rojizos y sus mujeres blancuzcas), etc., etc., etc.

Un paisano de Cranach

Así que ni siquiera en sus temas mitológicos se le tenía por un digno renacentista, sino más bien por un pintor teutón, bastante repetitivo y poco refinado para lo que se estilaba allende los Alpes.

Con cierta pena Hércules abraza a Anteo que mira a la cámara pidiendo auxilio  

Pero a mí siempre me había hipnotizado su Judith, que sale de cortar la cabeza de Holofernes, con la espada que parece recién salida del lavavajillas y vestida como una princesa, sin una sola salpicadura de sangre, diciendo con su mirada «¡veis que fácil!»

¿Y qué decir de Salomé, con la cabeza de Juan Bautista en un plato? ( me da a mí que para las cabezas cortadas usaba siempre el mismo modelo)

¿No parece una vicepresidenta de gobierno que viene a ofrecerle satisfecha a su presidente la cabeza del líder de la oposición?

Por no hablar de su elocuente valla publicitaria para la campaña anti-alcohólica, con madres depravadas que duermen a sus bebés a base de alvariño.

Pero achispado parezco yo con esta larga tirada a favor de Cranach. En definitiva, a Cranach, los historiadores del arte (que raramente han cogido un pincel) lo han subido de categoría; pero no por la calidad, el misterio y el encanto de su obra, ni por su infatigable forma de revisarse y renovarse a lo largo de su larga vida como pintor; no, no es por eso, si no lo he entendido mal ahora se le asciende en el escalafón ¡por sus «trazas italianas», sus «hallazgos humanistas» y sus «modelos neerlandeses» !

¡Y a mí que me gustaba por su irreverente forma de pintar a Carlos V sin darle coba!

No como Tiziano que lo retrató ese mismo año de la forma lo más halagüeña posible, con un perro fiel que le mira embelesado y con los atributos de aquel a quien nadie puede toser.

Coda

En resumen, la exposición es de lujo, no sólo por Cranach sino por presentar la obra del pintor de Wittenberg entreverada en cotejo luminoso e inteligente con otros artistas de su tiempo;  y por el apabullante entorno de las salas de la Galleria Borghese, donde circulas por la exposición levitando entre obras de Caravaggio y de Bernini.

A las dos horas se acaba el turno sin que te des cuenta y como a un pobre ceniciento  te echan del recinto sin muchos miramientos. Si puedes volverás otro día y, si no, más os vale prenotar y pagar dos turnos consecutivos. Las cuatro horas se os pasarán volando

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