Susurros navideños

Cuando cerramos las puertas de la cocina ¿podemos estar seguros de que nada se va a mover después de haber salido?
Pues les cuento algo de lo que fui testigo…
hace unos días me agazapé en un rincón simulando haberme ido…
pasado un rato oí susurros…
y poco a poco algunos objetos empezaron a moverse a la luz del aura de una especie de ser tembloroso que pareció salir del muro…

del mármol de la pared brotaban luces temblorosas y a tintineos melodiosos…
algo así como tímidos cantos festivos…

era como una reminiscencia tenue de pero mira como beben…
a cuyos sones otro espectro se asomaba por el armario de la vajilla…

y ¡hete aquí que el cepillo ad hoc comenzó a sonreír!

como si esperase a alguien…

y por arte de birlibirloque el sacacorchos, familiarmente llamado sacacorchi, salió de su rincón saludando a pelopincho

A partir de ahí las sorpresas se aceleraron.
La vinagrera y la aceitera gorjeaban al alimón aquello de Ay del Chiquirritín, Chiquirriquitín…

Y el grupo el grupo se iba engrosando alegremente…

para corear el campana sobre campana
¡Con lo que de repente se sumó al coro el bote de detergente!

Yo no salía de mi asombro ¡cuando les dio por cantar al unísono aquello de la virgen lava !
Y para no perturbar su fiesta, estaba ya por irme cuando la tuna navideña se amplió….
pues los espectros acudieron a la llamada con la botella de tintorro y aquello ¡se transformó en la cantata de Navidad!
Sé que no me van a creer, pero les juro que del vino sólo había bebido un vaso.
¡Feliz Año Nuevo !
