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Breverías erasmianas (III): «Malo accepto stultus sapit», un adagio para tiempos de palinodia y un voto por tiempos más sabios

7 noviembre, 2012

Encajado el golpe, el necio aprende (Adagio I i 31)

O traducido de otro modo: la experiencia hace sabio al estulto.

Este proverbio que Erasmo comenta en su famosa colección me ha hecho pensar en la proliferación de agudos analistas de las causas de la decadencia económica y la depresión generalizada que azotan a España. Quien más quien menos ha identificado a los culpables que nos han llevado adonde estamos y señala como crueles a los que nos atornillan. Pocos reconocen haber formado parte del coro de las cigarras, ahora que nos están leyendo la cartilla las hormigas.

El viejo Erasmo recopilaba y explicaba los adagios de la sabiduría culta y popular de la Antigüedad. No pocos de estos comentarios encontraban motivo en cuitas de su época, que, mutatis mutandis, se parecen a las de  nuestro tiempo. Así que cuando las vacas gordas vuelvan algún día, es de temer que las nuevas generaciones olviden que años antes la cabaña estaba en los huesos.

Comenta Erasmo que Hesiodo, en Los trabajos y los días (217-8), dice “El pillo su castigo al final recibe, pues sólo el dolor instruye al insensato” y que Homero parece aludir a lo mismo en el libro 23 (487) de la Ilíada al decir que “cuando tengas que saldar tu cuenta descubrirás la verdad”.

También refiere una frase de Platón en el Banquete (222b): “que lo que nos ha sucedido te valga de aviso, no deberías, como el tonto del proverbio, aprender a ser sabio por la experiencia del mal”. Y en una escena que se suponía entonces del Mercator de Plauto se dice algo parecido “Afortunado quien se hace sabio a costa de otros” (o sea, aprendiendo de los errores ajenos antes de tener que lamentar los propios)

La caja de Pandora

Erasmo sigue con otras citas de autores clásicos y concluye resumiendo la historia de la caja de Pandora (tomada de nuevo de Los trabajos y los días (47-105):

Júpiter estaba enojado con Prometeo, porque había robado el fuego celeste y se lo había dado a los hombres; así que, queriendo vengarse con otro engaño, le encargó a Vulcano que modelara con arcilla una figura femenina lo más perfecta posible. Concluida la obra, mandó a los dioses y a las diosas que la adornasen con sus gracias. Por ello a la doncella se la llamó Pandora.

Una vez que la imagen estuvo revestida con todas las dotes de hermosura, habilidad e ingenio, Júpiter la envió a Prometeo con una caja muy bonita, pero repleta de todas las desgracias.

Prometeo rechazó el regalo y advirtió a su hermano que si en su ausencia llegaba otro presente, no lo aceptase.

Pandora volvió, persuadió a Epimeteo y le entregó la caja. En cuanto este la hubo abierto, mientras todas las enfermedades brotaban de ella y este comprendía que ‘los regalos de Júpiter no son regalos’, se volvió sabio, pero demasiado tarde.

Erasmo explica el significado en griego de los nombres de los dos hermanos.

Prometeo quiere decir el hombre que se aconseja antes de actuar y Epimeteo el que actúa primero y, sólo entonces, el sentido común entra en su cabeza

Y más adelante:

Lo que duele instruye (Quae nocent docent) aunque es más prudente aprender circunspección de las adversidades ajenas, de acuerdo con el dicho griego ‘ver las desventuras de otros me sirve de lección’, o, como dicen entre mi gente, ‘por la vergüenza y el fracaso los mortales se hacen sabios’

De esta forma concluye Erasmo su comentario, refiriéndose a los dichos de la sabiduría popular de su patria holandesa. No podremos decir que en Europa no se tiene desde siglos la experiencia de los males que acarrea la irreflexión.

Sería demasiado largo añadir otros adagios que con sentido parecido comenta Erasmo, como por ejemplo el que dice Factum stultus cognoscit  (Adagio I i 30), lo que viene a significar “cuando la cosa está hecha, hasta un tonto lo entiende”, o lo que en España se expresa con la frase “a toro pasado”, para decir que es fácil explicar las causas de un desastre cuando sus consecuencias son ya patentes.

En resumidas cuentas, que si el CIS hubiera encuestado sobre la materia habrían salido más epimeteos que prometeos.

Nos queda una esperanza

Nos queda la esperanza de que esos jóvenes que tanto se han preparado y por desgracia tienen que emigrar para buscar un futuro, cuando tomen las riendas pensarán mejor y actuarán con mayor acierto. Y que nosotros lo veamos.

Confiemos en que esos futuros dirigentes no permitirán que se siga cumpliendo ese otro adagio (III iii 99) de la colección de Erasmo: Canis peccatum sus dependit, es decir “el delito del perro lo pagó el marrano”. Se trata de un adagio griego de oscuro origen (τò κυνòς κακòν ΰς άπέτισεν) pero que, como dice el humanista, “destila sabiduría popular”.

Así que, esperando que crezcan por todas partes los brotes verdes y que, ya que ha ganado Obama y ha proclamado en su discurso “a decade of war is ending”, confiemos en que sea verdad y que nuestros hijos y nietos vean otro mundo y otras formas de construir la prosperidad de todos.

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