¿Qué espera el púgil de Palazzo Massimo? (Museo Nazionale Romano)

«I have never felt such an extraordinary impression as the one created by the sight of this magnificent… athlete, coming slowly out of the ground…» Rodolfo Lanciani, Anciente Rome, London 1888
Enterrado durante siglos este púgil griego esperó pacientemente a que el arqueólogo Rodolfo Lanciani lo destapase a fines del siglo XIX. Cubierto de tierra volvía el rostro hacía el cálido sol de Roma , perdidos para siempre los globos oculares que un escultor del siglo I antes de Cristo le había dado, con ese realismo que los artistas griegos fueron desarrollando a partir de Lisipo y de sus seguidores del Helenismo
Pero este luchador no sólo esperó a los arqueólogos. Un artista excepcional lo modeló en esa actitud expectante, en arcilla primero, para, mediante el procedimiento de la “cera perdida”, fundirlo después en bronce, por partes que soldaría al final con gran maestría.
Sentado, se reposa de combates anteriores
La osamenta de sus manos está protegida por el guante de cintas de cuero, himàntes oxèis, que sujeta los dedos, dejando libre el pulgar
¿Qué escucha, qué mira, el curtido púgil de Palazzo Massimo?
Quizás su rostro, marcado de cicatrices, se vuelve porque ha oído la llamada para un último pugilato. Ha de reunir sus fuerzas y alzarse de nuevo, aunque la edad y el cansancio le vencen. El adversario se estará poniendo en pie del otro lado de la palestra y en unos instantes nuestro púgil veterano estará listo para el combate.
En la misma sala de este antiguo colegio de jesuitas, donde los alumnos debieron entonar el rosa-rosae, un compañero también de bronce, más joven, apoyado en su lanza (noble romano que desde el siglo II antes de Cristo mantiene su pose heroica) dirige su mirada hacia al viejo boxeador para darle ánimos.
Del otro lado del pasillo Octavio Augusto, divinizado en vida y Pontifex Maximus, permanece impasible. Su mirada planea por encima de las pasiones y miserias de púgiles, guerreros y súbditos.
Ni siquiera necesita ya los brazos.
Que expresiones y actitudes.. verlo en directo ha de transmitir seguro.
La verdad es que sí, son esculturas con aura, crean una atmósfera a su alrededor que invita a la meditación. Y esto es sólo una pequeña parte del museo en Palazzo Massimo… Además, no hay casi nadie, como en el Palacio Altemps del que ya hemos hablado.